
Al Harrington, conocido por su destacada actuación con los Denver Nuggets recuerda su relación con la marihuana y fue cuando se la recomendó a su abuela Viola de 79 años en su época de basquetbolista. Cuenta que ocurrió en una visita de la septuagenaria a su casa, en ese entonces, la doña consumía una serie de medicamentos para tratar un glaucoma, la diabetes y la presión alta.
Al verle ese tratamiento, Harrington le comentó que había leído sobre cannabis medicinal y su efecto positivo en esas enfermedades, así que le preguntó a Viola si consideraría la idea, pues era viable ya que se encontraban en Colorado y en ese estado el cannabis con fines médicos es legal desde el año 2000.

A Viola no le interesaba fumar porro, dice Harrington, pero él la convenció, luego que ella le mencionó que le costaba ver por el dolor en sus ojos. “Le dije: ‘Bueno, si estás tomando esos medicamentos y no funciona, tienes que darle una oportunidad al porro”, recuerda Harrington.
Harrington no dudó en conseguirle un poco de marihuana se la entregó y le ayudó a vaporizarla en el garaje de la casa, esperó que surtiera efectos, mientras tanto el basquetbolista tomó una siesta y poco después despertó por el llanto de su abuela. “Estaba leyendo la Biblia”, relata.
Emprendió en la industria del cannabis
El basquetbolista notó el alivio de su familiar y en ese momento, supo cuál sería su siguiente jugada y en 2011 fundó una marca cannábica que lleva el nombre de su abuela “Viola Brand”, una empresa que opera en varios estados, con tiendas en California, Oregón, Washington, Colorado, Michigan y hace poco anunció su expansión a Oklahoma, donde el mercado del cannabis medicinal está en pleno boom.
Desde hace más de una década, Harrington está decidido a romper con los estigmas alrededor del consumo de cannabis. “Me apasiona cambiar el relato que demoniza esta planta”, destaca. Con ese objetivo, recorre el sector cannábico, donde no solo plasma ideas comerciales, sino también filantrópicas, pues además de Viola Brands, creó “Viola Cares”, una organización que busca ayudar a gente que estuvo en la cárcel durante su transición hacia la sociedad, también promueve la inclusión de las minorías a la industria cannábica, pues las cifras actuales demuestra que algunos grupos étnicos como los afroamercianos tienen poca participación en el área.
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Mientras trabaja en esas labores, Harrington, de 41 años, le gusta fumar y apreciar todo el proceso que implica elaborar un porro, desde el proceso cultivo hasta el momento de liar la sustancia vegetal. “Hay algo especial en esos ambientes, en el olor, es fantástico desarrollar respeto por la planta, y entender todos los detalles que hay que cuidar para cultivarla”, recalca.