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Agricultores libaneses abandonan sus cultivos tradicionales por la marihuana

El país atraviesa por una crisis económica y numerosos agricultores ven en el cultivo de marihuana una actividad más rentable que la producción de frutas y hortalizas

Los productores agrícolas del Líbano dejan sus cultivos tradicionales para dedicarse a la siembra de marihuana, ya que les resulta mucho más rentable en cuanto a costos y ganancias, pues la producción de frutas y hortalizas se torna muy costosa, ya que deben comprar fertilizantes, pesticidas y semillas, parte de estos insumos son importados y se vuelven difíciles de pagar con una moneda devaluada por la situación económica del país.

Ante ese escenario, los productores agrícolas ven en el cannabis una opción, debido a que no requiere fertilizantes, crece prácticamente en cualquier suelo, los cuidados son mínimos, solo demanda agua y en menor cantidad que otras siembras y ya a los seis meses se tiene lista la cosecha.

Es de recordar que el Líbano legalizó el cannabis para uso médico e industrial en abril de 2020, luego que el Parlamento aprobara el proyecto en un intento de aumentar los ingresos de una economía nacional, de esta manera, se convirtió en el primer país del mundo árabe en legalizar la planta con fines medicinales.

Aunque esto no quiere decir que cualquier agricultor pueda cosechar cannabis, al respecto, Antoine A. Saad, abogado libanés y el Jefe del Departamento de Derecho Internacional de la LCU (Lebanese Canadian University) explica que, pese a que la ley se aprobó hace más de un año, se requiere una regulación para «entrar en los detalles de esta y que pueda aplicarse», en ese sentido, recalca que técnicamente quienes cultivan por su cuenta marihuana están cometiendo un delito y podrían ser condenados a una pena de cárcel de unos cinco años.


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En la práctica, los productores agrícolas recurren con frecuencia a esta actividad para sustentar el hogar, mientras las autoridades se hacen de la vista gorda, de hecho, Según la ONU, el Líbano es uno de los cinco mayores países del mundo en cuanto a producción ilegal de esta planta y un considerable número de familias se han sustentado por años de estos cultivos, aunque han sido víctimas de la represión y la persecución.

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